El sello como una imagen más

Para enviar correspondencia, el sello nació como una garantía de pago previo al servicio del correo. El invento se atribuye al inglés Sir Rowland Hill, que en 1840 creó el black penny (black por negro y penny por su valor), y modificó el antiguo sistema de postas. Francia emitió su primer sello en 1849, con la imagen de una diosa griega. El año siguiente, España puso en circulación sellos con el perfil de la reina Isabel II.

El 1 de agosto de 1930 entró en vigor el convenio entre el Estado francés y el español que ponía fin al conflicto de intereses por el monopolio de correos y establecía una explotación conjunta, al margen de Andorra, del servicio postal y de las emisiones de sellos. A partir de este momento y hasta nuestros días, esta pérdida de soberanía fue compensada, entre otros aspectos, con la contratación de personal andorrano y con el reconocimiento de la costumbre de no aplicar ninguna tarifa al correo interior y al oficial.

En el año 1929, Correos puso a la venta la primera serie de sellos con el nombre de Andorra y con temas de los Valles. La Poste hizo lo mismo en 1932 con el nombre de Vallées d’Andorre. Ello no obstante, estas emisiones de sellos no se regularizaron hasta los años 60 en el caso de los franceses y hasta los 70 en el de los españoles. La explicación de este cambio en las emisiones se tiene que hallar en un aumento cuantitativo y en una mejora cualitativa del servicio y en la voluntad de satisfacer la demanda potencial de los coleccionistas.

Hoy, la existencia de Andorra ya no depende exclusivamente de los privilegios arancelarios, sino, también, de su capacidad de darse a conocer como un país más de Europa. Una de las maneras de manifestar esta realidad es a partir de las emisiones de sellos, que, a pesar de la pérdida de protagonismo del correo convencional, todavía conservan el poder evocador de las imágenes.

Cada año, el Gobierno de Andorra, junto con La Poste y Correos, prepara una emisión de sellos (entre 12 y 15 al año) de temática andorrana. Desde principio de los años ochenta, el Gobierno compra los sellos de temática andorrana que emiten Correos y La Poste para conservarlos. Cada nueva adquisición se digitaliza para, en un futuro, poder mostrarla a la población. Todos los sellos emitidos por las dos administraciones de correos se pueden consultar en el web Colnect.com.

La historia del correo se ha caracterizado por la voluntad de ampliar la distancia y de reducir el tiempo entre el emisario y el receptor de un mensaje. A pie, a caballo, sobre ruedas y, finalmente, con impulsos eléctricos se ha conseguido una sensación real de inmediatez que permite soñar con la idea de un mundo global. El teléfono, el fax, el correo electrónico e Internet son los últimos canales de comunicación sobre los que se basa la construcción de este hipotético nuevo espacio.

Hoy, desde cualquier lugar la tecnología permite superar las antiguas fronteras. Ahora bien, estas nuevas relaciones difícilmente ultrapasan los límites internos marcados por una arraigada noción de dentro y fuera o de nosotros y ellos. El progreso ha mejorado la eficacia y la rapidez, pero la comunicación no va más allá de una plaza en un día de mercado.